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La nueva comedia española

Desde que empezó el año he visto dos comedias españolas que me han hecho salir del cine con esa satisfactoria sensación que se tiene al haber pasado un rato muy bueno. Hablo de No controles y Primos, las últimas películas de Borja Cobeaga y Daniel Sánchez Arévalo.

No controles sitúa su acción en un hotel durante la última noche del año, en el que se alojan centenares de pasajeros que no han podido volar a sus destinos por culpa del mal tiempo. En ese hotel Sergio (Unax Ugalde) hará lo posible y lo imposible para recuperar a su ex novia (Alexandra Jiménez), antes de que se vaya a vivir a Alemania.

En Primos, Diego (Quim Gutiérrez), después de que lo dejen plantado en su boda, decide irse a pasar unos días con sus primos al pueblo donde veraneaban cuando eran pequeños. En parte buscando un amor de adolescencia, en parte huyendo del pasado, el viaje acaba adquiriendo un papel catártico en los problemas y las carencias de los tres primos.

Lo que más me gusta de ambas películas son, sin duda, sus personajes y es que ya lo he dicho muchas veces: cuando una película o una serie tiene buenos personajes, ya tiene mucho ganado. Los personajes de No controles y Primos pueden ser en apariencia tipos duros, cómicos o sensibles, pero siempre resultan entrañables y al espectador apenas le cuesta identificarse con ellos. Son personajes que ya de primeras caen simpáticos. Y lo que me resulta casi imprescindible: están bien alejados de los arquetipos y su humanidad es palpable.

Pero es que No controles y Primos tampoco fallan en otros dos aspectos fundamentales: la trama y la comicidad.  A pesar de que No controles no tiene tanto ritmo como la primera película de Cobeaga, Pagafantas, sabe aguantar una trama principal mientras hace reír al espectador a carcajadas en varias ocasiones. Sin embargo, el contraste es muy grande cuando el grandísimo JuanCarlitros, magistralmente interpretado por Julián Muñoz de Muchachada Nui, está o no en pantalla, pero esto para mí tampoco supone un problema.

En Primos las ocasiones de carcajada son menores (aunque el baile y en general el primo José Miguel son dignos de ella); sin embargo, la sonrisa no se te borra de la cara durante casi toda la película. Lo que me fascina de la película de Daniel Sánchez Arévalo es que no existen tramas secundarias como tales, sino que la historia de cada primo se articula como una trama principal, con el mismo peso e igual de bien resuelta que el resto, pero al mismo tiempo muy bien articulada con las otras dos desde el principio y sin caer en el carácter fragmentario típico de las películas corales.

Y, por supuesto, las interpretaciones son magníficas en Primos, con todos los actores habituales de Daniel Sánchez Arévalo: el camaleónico Raúl Arévalo, haciendo esta vez de chulo madrileño («eres la cosa más bonita de la provincia de Santander»); un borracho Antonio de la Torre, al que parece que le han dejado la cara un poco perjudicada desde Balada triste de trompeta, y un Quim Gutiérrez muy bien caracterizado, al que no reconocí hasta ver su nombre en los créditos.

Todo esto me hace pensar que está surgiendo una nueva comedia española. Ni voy a teorizar sobre sus orígenes ni sobre ningún nuevo tipo de movimiento cinematográfico, pero sí que considero que las películas de Borja Cobeaga y Daniel Sánchez Arévalo están alejándose de lo que viene a ser lo habitual en las manifestaciones cómicas de nuestro cine. Puede que sea el relevo generacional, directores en pleno proceso de consolidación, pues al fin y al cabo esta es la segunda película de Cobeaga y la tercera de Sánchez Arévalo, tras la excelente Azuloscurocasinegro, considerablemente alejada de la comedia, y la irregular Gordos, que, si bien en un principio me gustó, dejó de convencerme según iba avanzando el metraje.

Alguien me dijo ayer inocentemente que Primos tenía buena pinta, pero tenía miedo de que le decepcionara al ser una película española. Ya se sabe lo que se suele pensar del cine español, pero Primos no decepciona. Afortunadamente, ni la película de Cobeaga ni la de Sánchez Arévalo se acercan a la españolada, a esa evolución que ha tenido el género hasta adueñarse de una parte considerable de la comedia española. Ni se acercan tampoco a esas réplicas cinematográficas de las series españolas de éxito (todavía traumatizado porque mi padre haya comprado Mentiras y gordas con El País). Por suerte, películas como No controles y Primos nos demuestran que hay otros firmamentos más allá de ese limitado star-system.

El amor es un tema universal en el cine, pero Daniel Sánchez Arévalo y Borja Cobeaga han sabido plasmar su propia visión. Puede que este tipo de películas esté construyendo una tercera vía en la comedia española, lejos de todo sentido político-económico. Id a verlas, y no me vale la excusa de que estas películas no merece la pena verlas en el cine.

Miguel Esteban Rebagliato

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Miguel Esteban Rebagliato

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Cine Series

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